Los nuevos Jedi digitales

Los medios de comunicación tradicionales empiezan a remojar sus barbas ante la evidencia de cambios en las costumbres del usuario/consumidor. Las discográficas de pronto son cosa del pasado, y cada semana que pasa iTunes se consolida (por mucho que les reviente a los que hasta ahora se llevaban el dinerito al bolsillo) como el modelo a imitar. De hecho, MySpace acaba de lanzar una propuesta --inspirada en el de Jobs aunque con el declarado propósito de desbancarle-- que establece su propia cadena de valor (así la llaman los expertos) para el negocio musical. Los autores y los intérpretes ganan, el negocio perdura, lo único que cambia son los destinatarios de los beneficios.

Con la prensa escrita y la televisión está sucediendo algo muy similar a lo que ha pasado con las discográficas: las noticias de EE UU hablan de diarios que reducen sus redacciones mientras todos siguen pendientes del próximo movimiento de The New York Times (los detalles aquí) o The Washington Post (más detalles aquí), los espejos en los que se miran los diarios del mundo occidental; las televisiones, por su parte, asisten impotentes a la fuga de audiencias hacia Internet. Unos y otros buscan fórmulas para rentabilizar ventas en papel e ingresos por publicidad que ven como se desplazan hacia otros nichos de mercado (esto también es jerga para iniciados). A los periódicos, de momento, la fórmula del doble canal (físico y digital) con una única redacción polivalente les compensa en este comienzo de cambio de ciclo (que es la fase en la que por lo visto, según los gurús, nos encontramos en España), aunque los expertos en el tema advierten que resultará un fracaso a medida que se avance en la reconversión ineludible. Las televisiones, en cambio, tratan de incorporar Internet en sus programas de toda la vida, o posicionarse como sea a base de reemisiones gratuitas desde las más diversas webs.

En España el buque insignia de la comunicación (el Grupo Prisa) presenta claros síntomas de estancamiento: su modelo de polarización de canales ha acabado lastrando un gigante mediático --ahora sí-- chapado a la antigua, cuando por lo visto lo que se va a llevar son los medios de pequeño tamaño, por definición especializados y/o locales. No en vano los canales temáticos son los únicos que presentan aún síntomas de buena salud. La cosa es que Digital + (en pleno proceso de venta y amputación de la casa madre que permita enjugar su inmensa deuda) es un lastre que conviene soltar para centrarse en los canales todavía rentables (diario, radio, editorial).

En medio del desconcierto general comienzan a surgir los canales nativos digitales, convencidos de que ha llegado su momento. Dixired --hoy por hoy visible únicamente a través del blog 233 grados-- o Soitu, que agrupa las bitácoras de algunos gurús de contrastado prestigio como Juan Varela --presente en Periodistas 21, Público y Soitu, en algunos de ellos por el bonito sistema del corta-pega--, Juan Freire y mi admirado Francis Pisani). Es más, Dixired nace con el propósito de convertirse en un medio generalista 100% digital, hecho de ilustres cometas expulsados de la galaxia El Mundo y tamizados por su fracasada aventura en Prisacom (estaba claro que si recalaron en el planeta Cebrián fue por la pasta, no por convencimiento ideológico en semejante proyecto).

Como si de una transmutación de los famosos Jedi se tratara, estos nuevos caballeros JADU (Jóvenes Airados Digitalmente Ultrapreparados) tienen en común su convencimiento a ultranza, el cual exhiben sin pudor, de que el modelo antiguo (papel, imperios mediáticos) está muerto precisamente por eso, por antiguo, y de que ellos se han dado cuenta antes que nadie, razón por la cual han saltado de sus respectivas naves. Pero aún hay más: están convencidos de que su apuesta es la indudable ganadora y por eso aportan inumerables datos y síntomas que prueban su verdad. El resultado es un sospechoso exceso de buen rollo que, si se estira mucho, se convierte en pura repelencia (Pisani no, a él lo salvo de la quema). Puede que estos caballeros JADU acierten en lo fundamental, pero el futuro no es exclusivamente digital ni estará circunscrito a sus predicciones. La influencia de los blogs, o lo que ellos confunden con el nuevo paradigma de la colaboración (más allá de la Web 2.0, cuya defunción certifican sin dudar), es un fenómeno al que es necesario quitar el IVA, y contemplar estrictamente como lo que es: una atalaya desde la que asaltar el poder. No nos engañemos: estos nuevos tecnócratas no vienen a revelarnos ninguna verdad ni a quitarnos la venda de los ojos; están aquí para desplazar --¡váyase, señor Cebrián!-- a unos dinosaurios que llevan ocupando el mercado demasiado tiempo.

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